Una de las escenas más comunes en nuestro día a día es ver a las mamás recogiendo a
sus hijos de la escuela, llenas de cosas, cargándoles mochilas, loncheras, trabajos, etc.,
escena que podría ser una muestra de madres presentes, preocupadas y ocupadas con sus
hijos.
Evitas en la medida de lo posible cargas para tus hijos, por miedo a que se lastimen, a que
lleven pesos que físicamente son demasiado para ellos y eso no está mal, al contrario, poco
a poco podrán con sus propias mochilas y sus propias cosas y mientras ese momento llega,
mamá puede ayudar a llevar semejante carga.
Pero, ¿por qué cuidas tanto esa parte, esa carga física para que los niños no “se lastimen”
y en un momento difícil les puede dar algo mucho más pesado que una mochila y una
lonchera?
Me refiero a las cargas emocionales, a las que de verdad pesan. Esas que muchas veces le
das a cargar a tu hijo aún cuando ni tu mismo puedes hacerlo. Son cargas que cambian la
forma en la que tu hijo ve a su padre o a su madre, que pueden hacer que compre rencores
o resentimientos ajenos, porque aunque tú pienses que son parte del problema, realmente
no son problemas del niño.
Es como si le dieras a cargar muchas mochilas y loncheras emocionales, que a la larga lo
harán encorvarse, enojarse, perder seguridad y ganar enojo.
En el momento puedes pensar que sólo son palabras, que no hacen daño, que sólo es un
punto de vista y que ya tendrá tiempo de darse cuenta por sí mismo de la verdad.
Realmente, lo único que puedes estar buscando con esto es un aliado para confirmar que
tu malestar o tu enojo son válidos. Los hijos viven como hijos, no son jueces, no son
mejores amigos de los padres, son hijos en espera de recibir protección, apoyo, seguridad y
valores de parte de los padres.
En una ocasión llegó una paciente a mi consultorio con un problema de depresión. Al
indagar un poco en su historia, pude darme cuenta que la joven de 20 años, con unos ojos
grandes, obscuros, todo el tiempo llenos de tristeza, lo que tenía eran toneladas de cargas
emocionales sobre sus hombros. Sus padres se divorciaron y la elegida para decidir con
quien vivir, fue precisamente ella, a sus 12 años de edad. Esto cambió la vida de su padre,
su madre y sus dos hermanos, quienes obedeciendo a la decisión de la niña, tuvieron que ir
a vivir con el padre, elegido por ella. Evidentemente, su madre se sintió traicionada por su
hija y esta fue la carga que le dio a su hija todo el tiempo. Finalmente, por decisión de su
hija, ella viviría sola. Una niña de 12 años que tomó decisiones que le correspondían a los
padres, no a ella. Ella cargó esto durante 8 años, tiempo durante el cual desarrolló una
tristeza profunda, inseguridad, vio su autoestima verdaderamente dañada, hasta que llegó a
la depresión. En terapia, pudimos regresarle las cargas a quienes tenían la responsabilidad
de llevarlas, a entender que no le correspondían a ella y que lejos de todo esto, la última
culpable de todo lo que había pasado, era ella.
¿Cómo evitarlo?
1 No le digas a tu hijo lo malo o mala que es su papá o mamá, para él es su mamá o
su papá, no su esposo o esposa y siempre lo va a amar y siempre esperará lo mejor
de el o ella.
2 No busques alianzas con tus hijos, ellos no pueden ser contra parte de ninguno de
los dos, son parte de ambos.
3 No busques desahogarte con tu hijo de algún conflicto. Las palabras que le puedas
decir, son las cargas más pesadas que le podrías dar. No hay manera de que tu hijo
pueda con tanto peso emocional y lo peor es que se sentirá frustrado de no poder
ayudarte a resolver nada.
4 Acompáñalo a ser un ser humano emocionalmente inteligente, que sepa qué se
hace con el enojo y con la tristeza, que sepa que con las emociones no se pelea, se
trabaja.
5 Las decisiones de pareja, son de pareja. No involucres a tus hijos en algo que en
ocasiones ni un adulto alcanza a comprender por completo.
Te interesa: cuando mi hijo no quiere compartir
Dicen por ahí que un hijo enojado con sus padres es un adulto que no funciona. Ayuda a tu
hijo a ser funcional en todas las áreas de su vida. Que sepa que los problemas se enfrentan
y se resuelven de alguna manera. Se tú el ejemplo que él necesita para saber como se
resuelven los problemas, muéstrale a través de tu vida que aún cuando hay conflictos, la
manera de resolverlos es enfrentándolos, siendo responsable, siendo protagonista y no
víctima de tu propia vida. Siendo emocionalmente inteligente. Enséñale a ser solución y no
problema.
Así como cuidas a tu hijo de no llevar más de lo que puede llevar físicamente, cuida de no
darle cargas que emocionalmente no puede y no sabe llevar.
Claudia Bernal
Psicóloga Gestalt
Claudia Bernal
Debido a su experiencia como hija de madre soltera, recientemente se convirtió enco fundadora de Hop: Una tribu de mamás y papás solteros al rescate, un espacio de apoyo y contención para madres y padres que se han quedado solos a cargo de su familia.
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