“Hijo, di buenos días, di gracias, di por favor, trata con respeto a las personas, no mientas, siempre di la verdad, si te equivocas, reconócelo y asume tu responsabilidad, no trates mal a tu mamá, no hables mal de tu papá, no seas grosero con tus abuelos”. Estas y otras frases se escuchan tan comúnmente de boca de los papás y mamás hacia los hijos, pero, ¿Les hará sentido lo que les pedimos?.

En una ocasión, llegó la mamá de un alumno mío a mi oficina, pues teníamos una cita para hablar del comportamiento de su hijo de 14 años. La señora me pidió que el niño estuviera presente al final de la cita para comentar con él los acuerdos a los que habíamos llegado. Cuando llegó el niño, la señora le dijo todo lo que habíamos acordado, pero recuerdo que por error, la señora dijo una palabra de manera incorrecta. En ese momento, el niño reaccionó burlándose de su mamá y diciéndole que no sabía hablar. La mamá muy apenada le dijo que después hablaban y salió de mi oficina.

En otra ocasión, cité a la misma mamá, pero ahora acompañada de su esposo. Estuvimos hablando de algunos asuntos del niño y en algún momento, escuché que el esposo le hizo un comentario lleno de burla a la señora por su manera de expresarse. ¿Era una casualidad?, no lo creo. La reacción del hijo y el papá fueron exactamente iguales.

Cuando les pides algo a tus hijos revisa que estás haciendo tú. Puede ser que lo que les pidas sea muy bueno para ellos, para su vida, ¿Pero que les estás diciendo tú, a través de tu vida, a través de tu actitud, a través de tus palabras hacia otros, a través de tu comportamiento con otros?. Al pedirles que hagan cosas como saludar cuando llegan, despedirse cuando salen, decir gracias y por favor, decir la verdad, no hablar mal de alguien, tratar con respeto a las personas, les estás pidiendo cosas muy buenas, cosas que deben hacer para que socialmente sean aceptados y bien vistos. Cosas que hablarán de su buena educación, pero, ¿Qué pasa cuando le pides eso a tu hijo y al mismo tiempo escucha que con tu amiga hablas muy mal de tu suegra, por ejemplo?, ¿Qué pasa cuando el esposo trata a la esposa con poco o nada de respeto?, ¿Qué pasa cuando la esposa habla mal del esposo con su familia o amigas y el niño escucha?, ¿Qué pasa con el típico, “Si me hablan, diles que no estoy”?. En pocas palabras, el niño está aprendiendo a hablar mal de su papá, a tratar a su mamá con poco o nada de respeto, a hablar mal de sus abuelos y a verlos con cierto recelo y a mentir. Puedes pensar que no es así, que tú te encargarás de aclararles las cosas y de decirles cuándo sí y cuándo no.

¿Has visto cómo aprende un niño a aplaudir?. Cuando mi hijo aprendió a aplaudir, estábamos en la escuela de sus hermanas, él tenía algunos meses de edad y al final del evento, todos los papás aplaudimos a los niños que habían presentado un baile. Mi hijo nos vio fijamente, alzó sus manos y aplaudió. Así, viendo a los demás cómo lo hacíamos. Después de eso, todo el tiempo aplaudía por todo.

Mi hijo no hubiera aprendido a aplaudir únicamente por la explicación que yo le hubiera dado para hacerlo. Ver a los demás aplaudiendo fue mucho más claro para él y aprendió en cuestión de minutos. La manera más común en la que los niños aprenden es observando, escuchando y haciendo.

¿Qué les estás diciendo a tus hijos y qué están viendo y escuchando?

Diles a tus hijos que sean educados con los demás mientras te ven siendo educado con su mamá.

Diles a tus hijos que digan la verdad, diciendo siempre la verdad tú también.

Diles a tus hijos que respeten a tus padres mientras te ven respetando a tus suegros.

Diles a tus hijos que sean corteses y educados con los demás mientras te ven manejando sin pelear con otros conductores.

Diles a tus hijos que te respeten y respeten a los demás mientras te ven haciendo lo mismo con todos.

Claudia Bernal

Head coach de Niños de Ahora

 


Si deseas reconocer la raíz de los malos comportamientos de tus hijos y descubrir porqué has batallado tanto para que te hagan caso, entonces pon en práctica las técnicas de la Paternidad Efectiva® y rompe para siempre con los gritos, el chantaje, los castigos y las amenazas que tanto los lastiman (y te lastiman). 
Regístrate hoy mismo y obtén la certeza de estarle dando a tus hijos lo que necesitan para crecer emocionalmente sanos.