Hace más de un año, los papás de Rubén vinieron a verme porque su hijo padecía de enuresis en las noches (No todas), pero lo que más les preocupaba era que en ocasiones, mientras jugaba, se llegaba a hacer en los pantalones.

“No se llega a hacer por completo”, me comentaba la mamá (Claramente defendiendo a su hijo), mientras el papá mencionaba que eso no lo iba a permitir más en un hijo suyo. Mucho menos sabiendo que ya tenía 7 años y que era lo suficientemente grande como para poderse controlar.

Mientras relataban la historia, comenzó entre ellos un ligero debate que se iba calentando conforme cada uno quería imponer su punto de vista al respecto.

A todo esto, Rubén, quien estaba parado frente a una repisa de juguetes que tenía en el consultorio, los miraba de reojo y ocultaba la cabeza entre sus hombros.

Detuve a los padres para ir hacia Rubén.

-Gaby: Veo que mientras tus papás hablan de lo que a ti te pasa, tu te alejas del sillón. ¿Te das cuenta?.

Levantó un poco su cara para mirarme y sólo asintió sin decir palabra.

Los papás comenzaron de nuevo a acusarlo:

-Mamá: Siempre hace eso, ya ves Rubén, te están hablando. Levanta la cabeza y habla más fuerte que no te escuchan.

Rubén tomó un juguete entre sus manos y respondió “¡Sí le contesté mamá!”, mientras volteaba su cuerpo hacia la pared, como tratando de darles la espalda.

-Gaby: Veo que cuando tu mamá te habla, volteas tu cuerpo. ¿Si tu cuerpo pudiera hablar, qué crees que estaría diciendo ahorita?.

-Rubén: Que ya me cansé de que siempre me critiquen, solo escucho eso todo el día y… Ay ya mejor ya no digo nada más!.

Su cuerpo y las expresiones de su cara indicaban molestia, dolor y miedo. Por otro lado, mientras él hablaba, su papá cruzaba las piernas de forma muy fuerte y cerraba los puños. Su cara estaba muy seria, por lo que me dirigí en esta ocasión a él.

-Gaby: Noté que cerraste los puños.

-Papá: Sólo me acomodé, sabes Gaby, me molesta mucho que su mamá siempre lo esté encubriendo. Ya no es ningún bebe para que siga haciendo esas acciones.

-Gaby: ¿A qué acciones te refieres?.

-Papá: Pues tú sabes, a que se ensucie.

Le costaba mucho trabajo decir las cosas claras, hasta que finalmente lo pudo hacer.

-Gaby: ¿Qué te pasa a ti con eso?.

-Papá: Me da mucho asco, huele mal, es sucio, es asqueroso, ¡Obvio!.

-Gaby: ¿Siempre ha sido asqueroso para ti?.

-Papá: ¡Claro!. En mi casa se valoraba mucho la limpieza, a mí me enseñaron a ser limpio, tú sabes.

-Gaby: No, no sé. Cuéntame un poco más.

Fue entonces, cuando, relatando su propia historia y haciéndole algunos reflejos, el papá se dio cuenta de que ese concepto realmente no venía de él. Lo había adquirido al escuchar en su familia que eso era algo asqueroso y desagradable.

De hecho, recordó un incidente que él tuvo de pequeño, en el que se hizo en los pantalones y su madre le pegó y lo encerró en el cuarto mientras ella limpiaba. Él tenía tres o cuatro años cuando esto sucedió, pero lo pudo recordar como si hubiese sido ayer.

Mientras el papá relataba su historia, con sus ojos cerrados, Rubén abría los suyos como dos platos enormes. No podía creer lo que escuchaba y hasta se acercó poco a poco al sillón. A todos, incluyéndome, se nos llenaron los ojos de lágrimas.

Rubén se acercó a papá y le explicó el miedo que sentía cuando lo regañaba, porque sentía que no lo quería. Se abrazaron, su papá le pidió perdón…

Finalmente, sentado a su lado, Rubén pudo entablar un diálogo con sus propias heces. Fue muy revelador escuchar lo que su inconsciente tenía que decir. Había estado guardando mucho enojo por años, desde la llegada de su hermana a casa.

En esa semana, Rubén no tuvo más incidentes. Posteriormente sí, pero ya no hubo juicios ni regaños en casa. Seguí viéndolo y ayudándole a procesar y soltar sus temores y rabia, hasta que desaparecieron por completo de su vida.

Comparto este breve resumen de esta historia, porque es un ejemplo vivo del proceso y el propósito de la paternidad consciente. Más allá de darles “Técnicas” para el manejo del problema externo, el trabajo consistió en acompañarlos a mirar hacia dentro, para ver cómo cada uno contribuía a una situación que no era sana para ninguno.

Gracias a Rubén y a la entrega honesta de sus padres, todos aprendimos que:

  • Hay otros recursos para comunicar lo que nos pasa, siempre y cuando estemos abiertos a escuchar sin prejuicios.
  • Con frecuencia todos participamos de una u otra forma en crear los problemas que vive cada miembro en una familia.
  • No hay error sin causa. Lo más importante es trabajar con la causa, no con el síntoma.
  • Ahí donde hay un enganche, podemos vernos en un espejo de nuestra realidad, un reflejo de nuestra propia historia irresuelta. Esta es una gran oportunidad.
  • El camino de la paternidad consciente es liberador y está lleno de regalos.
  • El fin eres tú mismo, el éxito futuro y la felicidad de tus hijos es una consecuencia.

Gabriela González

Fundadora de Niños de Ahora

Creadora del Método Paternidad Efectiva®

 


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