Cada noche, muchas madres leen un cuento a sus hijos, les dan mimos y les ayudan a dormir con una sonrisa. Al terminar, salen de la habitación casi de puntillas y sin apenas respirar para que no se despierten y antes de empezar a hacer una de tantas cosas que hacen las madres, se preguntan cómo dormirán esa noche.
En realidad, es un momento bonito que hay que disfrutar porque llegará el día en que nuestros niños no necesitarán que les ayudemos y lo echaremos de menos. Lo que ocurre, es que muchas veces estamos “Inmersas” en la tarea y la falta de descanso, puede hacernos pensar en el “Luego” en vez de disfrutar del “Ahora”.
Uno de los mayores consejos que te dan cuando estás embarazada es que duermas y que descanses, pero lo cierto es que por mucho que lo hagas, el sueño es algo que se necesita cada día, más incluso que comer y aunque hacia los 6 años, la mayor parte de los niños duermen “De tirón”, hasta llegar a ese momento, ha habido 6 años en los que tus hijos han podido dormir mucho, poco, a ratos, con despertares y de muchas formas.
Esto es algo que agota. Se habla de muchos métodos de ayuda, unos más saludables que otros para que los niños duerman mejor, porque si ellos tienen un sueño reparador, también lo tendrá el resto de la familia y esto influye directamente en la calidad de vida familiar.
La mayoría de las personas, deciden durante el embarazo si su hijo dormirá en la misma habitación que ellos o en una propia, si lo hará en moisés, en una mini cuna, en una cuna, o en la cama practicando el colecho. Nunca está de más hacer planes, pero esto crea expectativas y el modo en que dormirán nuestros hijos no es algo que se pueda predecir, por lo que hay que estar abiertos a los cambios, dependiendo de las necesidades que vaya teniendo nuestro hijo a medida que crece.
Todos los niños necesitan contacto, tanto físico como visual, incluso auditivo. Saber que tus padres están disponibles para ti de forma incondicional y que pase lo que pase, su respuesta va a ser adecuada y afectuosa, eso es algo que les da tranquilidad, es beneficioso para que crezcan y se desarrollen de forma segura y para que su bienestar emocional no se resienta.
Un niño que se despierta en la noche, lo hace de forma involuntaria, lo que nos indica una demanda que debe ser cubierta, ya sea de hambre, de sed, de frío, de calor, de dolor, de miedo, de afecto, de saber que no está sólo… Ningún niño se despierta sin un motivo, por lo que nuestra forma de responder, a pesar de que estemos en el “Primer sueño”, debe ser teniendo en cuenta que los despertares nocturnos precipitan las emociones y que es un momento en el que se sienten con mayor intensidad.
Recogerles desde el afecto y arroparles, es necesario para que se sientan entendidos y protegidos, si calmar y consolar, precisa dormir junto a ellos, es positivo que lo hagamos, ya habrá tiempo de no hacerlo. Lo importante es que nuestro sueño y el de nuestros hijos sea reparador y de calidad. Quien duerme bien hoy, estará mejor mañana.
Nunca hay una buena excusa para forzar a nuestros hijos, ni para obligarlos a dormir sólos si no están emocionalmente preparados para hacerlo. A veces, los padres debemos seguir aprendiendo y estar dispuestos a cambiar cosas para que nuestros hijos estén mejor. De eso también trata la paternidad.
Izaskun Valencia
Licenciada en Psicopedagogía
Educación-Emocional
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